Los accidentes cerebrovasculares son fisiopatológicas producidas por la interrupción abrupta significativa o total del aporte sanguíneo al tejido cerebral, cuando el fenómeno dura menos de 24 horas creando leve deterioro de los funciones neurológicas lo podemos categorizar como un ataque transitorio, por lo general con una duración inferior a 2 horas.
Según el origen de la interrupción lo podemos dividir en dos grandes grupos; isquémicos o hemorrágicos.
Ataque isquémico: Producido por el taponamiento de un vaso sanguíneo, puede ser trombótico cuando el agente que tapona el vaso se forma en el mismo lugar que debido al estrechamiento de arteria o vena disminuye o deteniene el aporte del torrente sanguíneo, o embólico cuando se origina en un lugar diferente al tejido cerebral y se dirige allí y ocluye un vaso sanguíno.
Ataque hemorrágico: Es originado por la ruptura de un vaso sanguíneo debilitado, lo que libera sangre al tejido cerebral y aumenta la presión intracraneal, desplazando el cerebro hacia la periferia. Algunos defectos pueden elevar el riesgo a padecer este tipo de ataque como lo son la aneurisma y malformación arteriovenosa.
Neuroimagenes por resonancia magnética
Ictus hemorrágico.
Hemorragia intracerebral. A la izquierda: hemorragia intracerebral profunda (cápsulo-talámica) hipertensiva. A la derecha: hemorragia intracerebral lobar.
Ictus isquémico.
Infarto por accidente cerebrovascular isquémico con oclusión de la arteria cerebral media.
Ictus hemorrágico.
Hemorragia intracerebral. A la izquierda: hemorragia intracerebral profunda (cápsulo-talámica) hipertensiva. A la derecha: hemorragia intracerebral lobar.
Ictus isquémico.
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